MENDIZABAL PINTURAS

La no rueda de Duchamp - acrílico - 0,60x0,60 mt.

La Comisura 2002

La comisura, el gesto donde se une ese sinsabor, esa saliva peligrosa y amenazante. Ese límite imperceptible de la vida y la muerte, del todo y la nada, esa línea delgada por la que transitamos la mayor parte del tiempo como si nos gustara ese bamboleo al abismo de nuestras neutras vidas. Ese estar entre lo interno y lo externo de nuestras advertencias. Ese deseo incontenible de rabia e impotencia, ese disfrute del desconcierto. Si me hablan de generación de resultado de circunstancia… que decirle a los malditos pregunteros constantes y implacables. Un sonido en la lejanía del tiempo incorruptible en su paso a pesar nuestro. Donde estar? Dónde morar nuestras mas terribles preguntas. Como un agujero pequeño en una piedra del desierto. Como redimirnos de nuestra verdad única y absoluta. Una rueda detenida en el tiempo. Un tiempo de estancia contenida y abrazada. Una mano debajo del pañuelo.

Decanta el deseo 2004

…de no caer en su abismo, la cordura arrasaría nuestra puerta

la certeza de encontrarnos, aún cuando no nos buscábamos

mancharía un espejo vacío.

Sujeto-deseo 2004

…Dígame, entonces, virgen melancólica, en este momento en el que gruñen sordamente hombres y animales, dígame qué desea para que pueda proveerlo y lo voy a proveer suavemente, casi respetuosamente, y tal vez con afecto; luego después de haber colmado los huecos y aplanado los montes que hay entre nosostros, nos alejaremos el uno del otro, en equilibrio sobre la delgada y plana línea de nuestra latitud, satisfechos en medio de los hombres y de los animales insatisfechos de ser hombres ya nimales; pero no me pida que adivine su deseo; estaría obligado a enumerar todo lo que poseo para satisfacer a los que pasan delante de mí desde que esto acá, y el tiempo que necesitaría esa enumeración desecaría mi corazón y quizá fatigaría su esperanza.

… en cuanto a lo que deseo, si hubiera algún deseo que pudiera recordar ahora, en la oscuridad del crepúsculo, en medio de gruñidos de animales a los que ni siquiera se les ve el rabo –además deseo que se olvide de la humildad y que no me ofrezca la arrogancia, porque si tengo alguna debilidad por la arrogancia, odio la humildad, en mi y en los otros y este intercambio me disgusta--, lo que yo pudiera desear seguramente usted no lo tendría. Mi deseo, si lo hubiera, quemaría su rostro al expresárselo, le haría retirar las manos con un grito y usted huiría en la oscuridad como un perro que corre tan rápido que no se le ve la cola. Pero no, lo turbio de este lugar y de esta hora me hace olvidar que alguna vez pude haber tenido algún deseo del cual acordarme; no, no tengo ningún deseo como tampoco nada que ofrecerle, así que va a ser necesario que se corra para que no me desvíe, que se salga del eje que yo seguía, que se anule porque esta luz, allá arriba, en lo alto del edificio, al cual se acerca la oscuridad, continúa brillando imperturbable; perfora esa oscuridad, como un fósforo encendido perfora el trapo que pretende ahogarlo.

(gracias koltes)

sábado, 27 de julio de 2013

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